martes, 21 de agosto de 2012

Capítulo 40. La Prima, El Riesgo y el Fetichismo de la Mercancía






La Prima del Riesgo suena a nombre de bailaora flamenca. A morenaza gitana que se retuerce paquí, y pallá, y taconea con una mala lexe y un arte de sangre que paqué, que no te acerques pero mira la serpiente de mi brazo y el balanceo de mi farda como sube ta catá, ta, y olé. El Riesgo debe ser su primo, claro. Un morenillo requemao y feote y con el diente partido que le va al toque con la guitarra y la camisa abierta y el duende sacudiendo esas uñas sucias de pasión. Tran, tran, tatrán. Qué poderío, qué gemío. Hasta Lorca se deleitaría describiendo lo que oye y lo que ve y lo que coge y lo que suelta en el aire esa Prima que con tanto arte se sube a la parra de nuestros dineros.
         Tanta es la personificación de La Prima que Edgar, que acaba de pasar dos semanitas en Spanien, casi ha esperado encontrársela en alguna esquina húmeda del Raval de Barcelona para decirle Prima, pero déjalo ya. Es todo metafórico, claro. Se habla de La Prima, que va para arriba y para abajo con ese salero suyo y aquí todo el mundo sabe que no es la prima de nadie, sino una medida macroeconómica que nos dice que nos sale carísimo vender nuestra deuda pública porque “los inversores” no confían en nosotros. Aunque ellos, claro, obedecen a “la rentabilidad” y a los “intereses de la deuda”, que a su vez dependen de “los mercados”, y estos se regulan según “las leyes del crecimiento”, y aquí parece que hay un montón de cosas que se comportan como las personas, o sea con intencionalidad y lógica propias,  pero no son personas. Ello genera lo que Marx llamó “Fetichismo de la Mercancía”, o la percepción que “las cosas [p.ej. nuestras variables económicas] establecen entre sí relaciones sociales”[1]hasta el punto de esconder la verdaderas relaciones sociales, de poder y opresión, de las que se benefician personas concretas. 
      No es que no sepamos que detrás de todo ello hay unos muchachos y muchachas que se están llenando los bolsillos, es que más allá de los exabruptos contra la Merkel y contra ciertos iconos de la política económica europea, las finanzas se explican por medio de entidades abstractas como La Rentabilidad, Los Inversores, Los Intereses de la Deuda, Los Mercados y por supuesto la Prima del Riesgo y el propio Riesgo. Entidades que han sido fetichizadas y son por tanto intocables, incuestionables, y se montan una juerga flamenca en nuestras narices sin que podamos agarrar del cuello a quien las maneja y ostiarle, porque parecen ser ellas mismas quienes se lo guisan y se lo comen todo. 
   Y luego aparece un alcalde marxista y sevillano y roba un par de carros del Mercadona y a medio mundo le parece fuera de lugar e irracional, mientras se siguen quejando de la Prima, y la Deuda y Los Intereses y todas esas cosas que, la madre que las parió, NO EXISTEN, pero aún así sirven para canalizar la expresión más ineficaz de nuestra desdicha, y para evitar lo que en algún momento tendrá que llegarnos a todos: el enfrentamiento con las condiciones materiales de nuestra historia, o, como diría el propio Marx: la lucha contra el Mercadona y la policía.




[1] Marx, Karl, 2010. Capital. A Critique of Political Economy Vol. 4 Chapter 1.
Online Version: http://www.marxists.orgI.pdf. Pp: 46-47.






1 comentario: