martes, 22 de mayo de 2012

Capítulo aparte: sobre el principio de no-contradicción




Paul Krugman

Tsipras



Si un comunista griego, como Tsipras, y un economista liberal, como Paul Krugman, coinciden en afirmar que la actual estructura económica europea es un zombi que sigue matando a pesar de estar ya muerta, es porque algo muy grave debe estar pasando. Si desde los partidos políticos, como el PP, y los medios de comunicación, como el País, se desacredita a ambos por el mismo argumento, como si éste atendiera a una suerte de conspiración ideológica que ambos tratan de imponernos, es porque algo todavía más grave está pasando: nos estamos saltando el principio de no-contradicción. No puede ser que un comunista y un liberal lleguen a la misma conclusión sin que esa conclusión sea significativamente verdadera, es decir, válida más allá de su subjetividad ideológica. Y lo peor de todo es que si millones de personas, envueltas su ferviente conservadurismo, siguen sin entender que no pueden obviar el principio de no-contradicción, llegará un día en que morderán obsesivamente un plato vacío convencidos de que hay lentejas sólo porque en el “equipo contrario” han dicho que en ese plato no hay lentejas. Y peor aún es que de ahí comemos todos.








1 comentario:

  1. Aún sin conocer las dos argumentaciones, y sin descartar que estos dos señores tengan razón; tampoco hay que excluir que la coincidencia se deba, no a que los dos estén en lo cierto, sino a que los dos han llegado al mismo punto tratando de contentar a su parroquia.
    Pongámonos en la situación de cada uno de ellos. El comunista griego: en un panorama político tan convulso como el heleno, en el que, hoy por hoy, con unas elecciones a la vista (re-elecciones) cualquier voto cuenta, nuestro amigo ha podido pensar ¿Qué quiere escuchar mi electorado? En otras palabras: si yo fuera griego y mi sueldo, en términos reales, hubiera perdido un 25 por ciento de poder adquisitivo ¿Qué querría escuchar? Que los señores de la Unión son unos hijos de su madre que no se enteran de nada. Es la misma argumentación de Sarrazin y de otros protofascistas del estilo: la Unión es una jaula de grillos en la que nadie se pone de acuerdo. La discrepancia nos está llevando a la catástrofe. La moneda común no sirve para nada (sin moneda común, sin libertad de movimiento de personas ¿Estaríamos tú y yo aquí? Pero eso es otro tema)
    Pasemos al economista ¿Cuál es la bestia del neoliberalismo rampante? La economía intervenida por el Estado y, con ella, el Banco Central Europeo como mecanismo regulador de las finanzas públicas. Y sin embargo, yo soy de la opinión de que, mal que nos pese, el BCE y otros organismos son, hoy por hoy, y a pesar de su imperfección, lo único que ha separado a la Unión de la catástrofe. De una catástrofe sin paliativos. Las medidas como el Fondo de Rescate han evitado la debacle económica de, por lo menos, Irlanda y Portugal (que sí, que están muy mal, pero hubiera podido ser muchísimo peor si, como quiere el neoliberal, hubieramos dejado que los mercados hubieran regulado por sí mismos la situación).
    Termino este comentario tan largo con dos ideas: en primer lugar, se habla de la crisis, cuando en realidad son “las crisis” (la interna española misma, por ejemplo, no tiene nada que ver con la crisis de la deuda soberana, que es de credibilidad de cara al exterior) y dos: la crisis general es institucional más que económica y se resolverá solo con más Europa y no con menos. Si el BCE no se puede comportar como la Reserva Federal, no se pueden esperar milagros. Por supuesto, más Europa significa democratizar las instituciones europeas y promover la participación de la gente. Que sea de verdad la “Europa de los pueblos”.

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