jueves, 26 de abril de 2012

Capítulo 30. La Guerra de la Salchicha


Hay una regla sociológica no escrita que dice que los hombres, en tiempos de crisis, se aferran con más pasión que nunca a sus salchichas. 






Uno de los mayores placeres que Edgar ha encontrado en Viena es terminar una fría noche de invierno tocado por la magia flotante de la cerveza, callejeando por anchas avenidas cuya iluminación se difumina en sus ojos por esa mezcla de alcohol y astigmatismo que le confiere a la realidad una agradable consistencia líquida, colorida, fantástica, que convierte la noche en el paisaje de un impresionista, que le quita al mundo parte de su peso, de su importancia, de sus miserias, que lo deja a uno pasear tranquilo, anestesiado,  y que permite vivir, al menos durante unas horas, un poco al margen.
         Pero el placer no es la borrachera en sí, sino el hecho de, en medio del frío y la desorientación urbana, encontrar un luminoso Würstelsand o Puesto de Salchichas, y luego, tras dar unos pasos sinuosos, balbucear «Ein käsekrainer, bitte», y vaciar los últimos euros sobre una barra metálica, terminar la velada aferrado a esto:




El Krainer Wurst o Salchicha Krainer es una mezcla entre la chistorra y el Frankfurt que tiene origen esloveno, de una región llamada Krainer. Por lo visto los austriacos secuestraron la idea en los años 80, le añadieron queso, y lo renombraron como Käsekrainer (Krainer de queso), pensando que de ese modo habían hecho suya a la salchicha en cuestión.

Pero entonces llegó Europa.

Y con el marco europeo los eslovenos han querido reivindicar su patente sobre el Käsekrainer, que se vende en Austria como algo austriaco. En las últimas semanas los medios han recogido los movimientos de este conflicto sin ahorrar en dramatismo,  identificándolo como La Guerra del Käsekrainer. Esto ha levantado una ola de reivindicaciones similares y los suizos también se han puesto a reclamar las patentes de sus salchichas.

Europa central hierve, se fragmenta. La tensión aumenta día tras día y, en este contexto, la ultraderecha ha encontrado una buena ocasión para hacer gala de su histrionismo político: Gerald Broz, un político del BZÖ (un partido de extrema derecha austriaco), ha dicho que esta reivindicación de los eslovenos «cuestiona la legitimidad de su pertenencia a la Unión Europea».

Males mayores.

Pero no es de extrañar que la ultraderecha perciba las salchichas como algo no sólo arraigado en lo más profundo e inextirpable de la identidad austriaca, sino también como algo peligroso. Hace unos meses HC Strache, el anfitrión del Baile de los Nazis, declaró haber sido agredido en una fiesta con un panecillo relleno de salchicha. El peligro percibido por el lanzamiento de ese pedazo de carne con pan fue tan elevado que HC Strache ordenó a su guardaespaldas dar una paliza a su 'agresor', que acabó en el hospital.

En ese sentido, y siguiendo el espíritu visionario de la ultraderecha austriaca, más que una lucha por patentes culinarias, parece que nos hallamos en una pugna por el armamento del futuro, una lucha interina en la que los europeos ya tratamos de apropiarnos de los artefactos que canalizarán la violencia de los hombres cuando la crisis nos haya dejado tan en pelotas que ya sólo podamos pelearnos desnudos y sinceros, impúdicos y hambrientos, embravecidos y a golpes de salchicha.




martes, 17 de abril de 2012

Capítulo 29. Nostalgia y Schadenfreude





La mala noticia es que últimamente se habla demasiado (todos sabemos porqué) de esta palabra alemana, Schadenfreude, que parece no tener una traducción exacta pero que designa algo así como “sentir alegría o regodearse en el mal ajeno”. Por otro lado, la lengua alemana carece del concepto de “nostalgia”. Tienen la palabra Sehnsucht, que designa una ansiedad generada por la falta de algo concreto, pero carece del sentido abstracto y revelador de la nostalgia o incluso de la “saudade”, ese concepto del portugués que nadie sabe explicar (excepto Pessoa) pero todo el mundo entiende.
         La buena noticia es que los humanos aprendemos rápido. Los alemanes, al menos algunos, ya empiezan a sentir un Sehnsucht indefinido hacia la Europa unificada que ellos mismos inauguraron, acaso una “nostalgia” incipiente, premonitoria, capaz de generar una reacción a tiempo, un calentamiento de la sangre que rompa con ese espíritu calculador, contemplativo. 
          Por otro lado, los españoles también aprendemos rápido. Cuando este fin de semana hemos sabido de la rotura de la cadera del rey, durante su divertimento cinegético, nos han faltado las palabras para describir lo que sentíamos. Muchos han hablado de "vergüenza", otros de "indignidad", algunos de "irresponsabilidad", y unos pocos han evocado precisamente la "nostalgia" que ya sienten, por el vacío que les deja ese elefante de Botswana. Y luego estamos los que hemos emigrado, los que ahora sentimos cierta recompensa por el esfuerzo añadido de aprender una lengua extranjera para conseguir lo que nuestro país nos ha negado, derecho al trabajo; los que al abrir el ordenador y contemplar una vez más la maldita foto del jefe de estado delante de su elefante, no podemos dejar de imaginar como tropieza poco más tarde, cómo vuela su rifle por el aire, cómo rueda su gorrito de explorador, y cómo se estrella don Juan Carlos contra el suelo de un país pobre, aún más pobre que el nuestro, para descoyuntarse su cadera de viejo monarca caduco, y para conseguir que algunos, aunque sepamos que no está del todo bien, aprovechemos nuestro curso de alemán y por primer vez nos abandonemos a unos instantes de nítida, restauradora y placentera Schadenfreude.



viernes, 13 de abril de 2012

Capítulo 28. Lost in Translation


*Ahí va la traducción del reportaje publicado en DaStandard sobre este blog. Sólo he omitido algún párrafo que me parecía redundante para los lectores habituales. Espero haber conseguido algo menos críptico que el “google traductor”, donde por lo visto se dice que soy una mujer, que me gustan “las cicatrices amigables para bicicletas” y que busco “ofertas de trabajo surrealista”.

El emigrante sofisticado
 Reportaje de EVA ZELECHOWSKI, 06. Abril de 2012
        
Edgar Pineda dejó Barcelona y se trasladó a Viena huyendo de la crisis económica. En su blog describe sus primeras percepciones sobre Viena y Austria.
El emigrante sofisticado, en Alemán «El emigrante sofisticado», es el Blog que escribe este español que se hace llamar Edgar Pineda. El pasado mes de Diciembre dejó Barcelona, su ciudad natal, y eligió Viena como nuevo destino. La crisis económica, que cada vez empuja a más jóvenes españoles hacia el extranjero, tuvo que ver en esa elección: poco antes de tener su título de doctor en el bolsillo, se esfumó [la posibilidad de encontrar un] puesto de trabajo en la Universidad de la capital catalana.

Más perspectivas de futuro
Junto con su novia, que creció en Núremberg y estudió en Viena, se trasladó a Austria con la perspectiva de un futuro mejor. «Creo que en los próximos años aun vendrán muchos inmigrantes con alta cualificación desde España», dice Edgar. Muchos de sus conocidos se han trasladado a Alemania o Francia por la alta tasa de paro en España (23 %). Edgar busca para empezar un empleo como profesor de español, pero en el futuro intentará encontrar alguna oportunidad en el medio universitario. Su primera idea era hacer repartidor de correo en bicicleta, pero tras ver el tráfico y escuchar sobre las lesiones de los repartidores, se ha despedido rápidamente de la idea.

Realidad y ficción
En su blog, Edgar escribe (con ironía y exageración premeditada) sobre sus vivencias en Viena y con los vieneses. «He empezado con esto para compartir mis impresiones sobre la nueva ciudad con mis amigos y familiares. Pero no se puede tomar en serio al 100%, porque mezclo la realidad y la ficción», explica. Por eso Edgar utiliza un lenguaje poético y abstracto y produce textos parcialmente ficticios que inducen a sonreír. Escribe en español. Su lengua materna le ofrece más posibilidades, diversidad y tonalidades para sus historias. Tan pronto como se sienta preparado, también quiere escribir en alemán [allá por el año 2023].

Divagaciones sociológicas y políticas
Los temas de sus entradas son diversos. Edgar se ocupa de los sucesos políticos y sociológicos de su entorno. En el capítulo Los recortes del Estado del Bienestar explica como un parado de larga duración de Estiria se corta un pie para seguir recibiendo su pensión de incapacitación. En tiempos de crisis, analiza él, las personas se enfrentan a paradojas extremas.
 […]
La entrada numero 5 lleva simplemente el título Ella y está encabezada por la foto del político del ÖVP Manfred Juraczka. Poco después de su llegada a Viena, Edgar se sorprendió al escuchar en una emisión de la ORF una de las grotescas propuestas de este político. Para resolver el problema de los excrementos de perro en las calles, este hombre quería archivar análisis de la saliva de los cuadrúpedos para comparar el ADN con el de las deposiciones caninas, y a así localizar al malhechor o malhechora.
[…]

Ya tiene su próxima entrada en la cabeza. Tras una excursión a Núremberg, se ha llevado la impresión de que en la ciudad bávara todo esta sobredimensionado: «Las calles, los edificios e incluso los cruasanes de mantequilla. Quiero poner el foco en la exageración y con ello tematizar el nacionalsocialismo. Hitler era desde luego un exagerado».

Caos inverso
Su blog tiene el subtítulo El caos inverso de Edgar Pineda. La explicación alude al efecto mariposa, según la cual el aleteo de una mariposa en Brasil puede desencadenar un tornado en Texas. Edgar invierte los términos de la teoría del caos: «Cuando una tormenta financiera se desata a un lado del atlántico, es posible que una mariposa de Barcelona se vea obligada a batir sus propias alas. Y emigrar.»
(Eva Zelechowski, daStandard.at, 5.4.2012)



martes, 10 de abril de 2012

Capítulo 27. Lo Estándar


El periódico Der Standard (El estándar), una versión austriaca de El País (más o menos), tiene dos periódicos asociados: uno es Die Standard (La estándar), que se centra en temas femeninos, y otro que se llama Das Standard (Lo estándar), una versión neutra, asexuada, que se ocupa de temas de migración.

Podría decirse así: a Edgar lo han entrevistado en Austria. Si ha sido en calidad de migrante o de individuo asexuado, aún no lo sabe...

La entrevista puede leerse aquí, si se sabe un poquito de alemán, o esperar a que Edgar saque tiempo para traducir el reportaje.

Por cierto, respecto al Hotel Vela, que aparece al fondo de la foto, merece la pena dejar una canción para la memoria.





viernes, 6 de abril de 2012

Capítulo 26. Fascismo y Biopoder





Hoy titula El País: «España domina Europa al toque y al contragolpe». Es fácil deducir que no se refiere a un domino de los mercados, sino a que somos los mejores en darle patadas a las cosas (entre otras, a los balones de cuero). En concreto se refiere a que los españoles tenemos dos tendencias relacionales: una es el ataque duro, demoledor, aplastante. Ésa es la línea del fascismo. Es la línea de Mourinho tirando de piernas de Cristiano Ronaldo y de aplausos cómplices hacia las gradas de los Ultra Sur. La otra es el toque, los rondos infinitos, los mareos de un espectador que cae embelesado, casi drogado, mientras ve en los patrocinios de Unicef o de la Fundación Catar una personificación futbolística del Bien, mientras ve como Messi (pequeño, rápido, subrepticio) penetra en el área, marca un gol, celebra con gesto de circunstancias, y de pronto, desaparece. No sabemos cómo ha sido, pero alguien ha movido miles de millones de euros a nuestro empobrecido alrededor, y encima ha logrado que nos parezca bien, que nos parezca lógico, porque creemos que Messi, el mesías, es inherente a nosotros mismos. Foucault decía que el Biopoder es una estrategia encubierta para subyugar a los cuerpos y controlar a la población. Messi es un estrategia encubierta, es invisible, es insidioso: es el Biopoder.

«España domina a Europa con el toque o el contragolpe». Pues qué irónico, ese titular: en España de fútbol sabemos un montón, y de Fascismo y Biopoder para qué decir. Veremos quien gana en la final. Lo bueno de esto es que ya sabemos que, gane quien gane, habremos perdido.









miércoles, 4 de abril de 2012

Capítulo 25: Las grandezas de Nuremberg



Edgar en el Zeppelinfeld. Nuremberg


Los alemanes nunca fueron tan grandes en la Historia y nuestras edificaciones nunca fueron planeadas y llevadas a término como en este tiempo (…) Por ello, nuestras construcciones no deben ser pensadas para 1940, y ni siquiera para el año 2000, si no que deben sobresalir como las catedrales de nuestro pasado en los milenios de futuro.

(Adolf Hitler a su arquitecto)







Cruasán de mantequilla de los que se comen en Nuremberg.


 
Los alemanes nunca fueron tan grandes en la Historia
y nuestras pastas nunca fueron planeadas y llevadas a término
como en este tiempo (…) Por ello, nuestras obras de repostería
 no deben ser pensadas para 1940, y ni siquiera para el año 2000,
si no que deben sobresalir como los cruasanes de nuestro pasado
en los milenios de futuro
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