sábado, 14 de enero de 2012

Capítulo 10. Últimos "coleteos" en Barcelona


Edgar se ha visto obligado a volver a Barcelona, sólo unos días, para resolver los papeles del paro, esa emergente subsociedad de la sociedad española que empezó siendo una mínima fracción “estructural”, y que va camino de convertirse en la comunidad mayoritaria, hegemónica y aplastante cuya ideología, impuesta por los amos de las finanzas, ensalza las virtudes del constreñimiento económico, el hundimiento anímico, el estancamiento intelectual y, a este paso, también nos acabará exigiendo el hacinamiento doméstico, el racionamiento copulatorio y el estreñimiento intestinal. Lo que sea con tal de ahorrar dinero y energía. Ante este austero porvenir, algunos están optando por convertirse en ascetas que dejan "fluir" las inactivas y vacías mañanas mientras contemplan sus ficus en la posición del loto. Y otros procuran idear nuevos métodos para liberar tensiones:


Forges
Forges. Publicado el 12-1-12 en El País

Pero es natural que guardemos rencor hacia  los malhechores abstractos, porque ellos tienen la culpa de esto: cuando Edgar llegó a las 8 de la mañana a las oficinas del paro, ya había una cola que doblaba la esquina, y de no ser por el rictus asqueado de los receptores o aspirantes al subsidio, podría haberse confundido con la entrada a un concierto de Youssou N'Dour, U2 o alguno de esos grupos en cuyas actuaciones se genera una sentida complicidad interétnica e intergeneracional. Como si se tratase de una imagen masturbatoria para la nueva clase política, la cola del paro podía ser contemplada en tanto que materialización del ideal cosmopolita del multiculturalismo, un "estar todos juntos y hermanados", abrazados, por fin, en el mismo naufragio:  

La cola del paro


No obstante, a pesar de que el "coleteo" se está convirtiendo en el deporte nacional, para el Emigrante Sofisticado, por Barcelona, todo estupendo: los amigos, la familia, los empujones gratuitos al subir y bajar del metro, los turistas aún acangrejados y saturando las ramblas, las rebajas de las rebajas de las rebajas en la ropa que han cosido los niños vietnamitas o los esclavos en Brasil, y el sol, y la playa de la Barceloneta cada vez más ortopédica (con rocas cúbicas y ya casi sin arena, mantenida por excavadoras, y presidida por el infame Hotel Vela), y la también creciente comunidad de homeless a las puertas del  sofisticado MACBA, y las miradas abiertamente depravadas que desde los grupos de machitos veinteañeros hasta señores octogenarios concentran sobre cualquier ser antropomórfico ataviado con falda, y los titulares que si me debes 40.000 millones de euros, que si eres un corrupto, pues tú un comunista, que si la culpa fue del Chachachá, que si el yerno del rey, pues qué traje más bonito, pues yo no desentierro a tus muertos, pues que te den por el mourinho...


Y todo más o menos con esa grandeza espiritual.



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